miércoles, 28 de octubre de 2009

Y no se me ocurre nada...

Uno, dos, tres…
Las primeras veces son inolvidables, momentos que, para bien o mal, aparcan en tu memoria y que después se los lleva el viento o, mucho peor, el olvido. ¿Alguien ha olvidado cuando aprendió a pensar? ¿Te acuerdas de la primera vez que volaste sin usar medios humanos, peace, peace? ¿Recuerdas la primera vez que viste a los Powe Rangers con sus extraños pantaloncillos? ¿Y que hay de aquella chica que te revoloteaba el corazón con sus pechos infantiles? ¿Lo has olvidado? No.
El amor.
Los problemas amorosos son buenos para estos momentos, uno dice “la amo” o, en el triste de los casos, “me duele”, y así puede llenar todas las hojas y gastar toda la tinta hablando del amor o el desamor. Dichosos los poetas que están más cerca del amor, que no se pierden en trivialidades, que de una rosa hacen el verso más bonito, que hacen tomos y tomos con la esencia del amor y que no creen saber más de lo que saben. ¡Qué viva el amor!
La música.
Quisiera poderles hablar de la mejor música, de la mejor canción, de un buen vals o describirles la novena sinfonía de mi amigo Beethoven, pero no soy el indicado. Para mí, la música es un estado de ánimo, el reflejo de lo que somos: un toque de identidad. ¡Para quererte, Joaquincito, nos sobran los motivos! ¡Qué viva la música!
Un buen libro.
¿A quien no le conmovió un párrafo de Cien años de Soledad? ¿Te acuerdas cuando casi aflojas las lágrimas con Los Miserables? No es que muera de amor, muero de ti… ¡Dios te bendiga Sabines y a Dios! ¡Qué viva la literatura! ¡Qué viva dios! ¡Qué viva Juárez, y no Benito! ¡Qué viva hidalgo, el caballero de triste figura! ¡Qué viva mi apá y la chona!
…Cuatro, Cinco, Seis e infinito.

Termine esto y no encuentro qué escribir: amsorri dijera el gringo. Marisombra es gringa.
¡Arriba el pecado y abajo tú, puerca!

Buscaba una canción
Y me perdí
En un montón de palabras gastadas
No hago otra cosa que pensar en ti
Y no se me ocurre nada...